El almuerzo lo atrapa en la cabecera de la mesa,
mientras espera que la pava se ponga a punto para tomarse esos mates, ya ah
remojado la yerba porque tampoco es cuestión de quemarla, y mientras espera,
observa la hornalla en la que la pava empieza a desprender vapor por su pico,
muy pronto estará lista, entre tanto, con esa vista entrecortada de platos que
van, tenedores y vasos que vienen, el piensa, ¡seguro que está pensando!,
puesto que sus ojos parecen crepitar y su rostro se ha quedado perplejo, ¡dale pava de mierda!, consecuentemente
de que el resto de los comensales, empieza a arribar a la cita, como de
costumbre, en medio de un amenzante bullicio de tensión y afán de gresca, estos son como los perros, llega la comida y
comienzan a ladrar, seguro que ha
pensado eso al verlos, porque una chispa de hastío se le refleja en sus
pupilas, ¡Dios mío, que lejos que están unos de otros!, y no es para menos, ya
que la paz se acaba de quebrar en apenas segundos, con el primer lío entre la
abuela que dice que no haces nada, y la nieta que replica con un dejame de
joder, mientras la abuela contraataca con un pone los platos al menos en lugar
de pelotudear, si los platos ya están
puestos, y la nieta que responde con que los platos ya están puestos, ¡qué
mierda voy a poner!, ¿o sos ciega?, y...
casi, entonces alguien grita que
viene la comida, <<llamen a... (fulano)>>, que te podés de dejar de
hinchar un poco, ¡qué claro, que me olvidé que vos no sos sirvienta de nadie!, y dale que va, esta vieja está loca del todo, bueno...
todos bah... que yo si los sirvo y los llamo y todo lo que haya que hacer,
uf, que deja que voy yo, que no, que voy yo, que andá al carajo y dejate de
joder de una vez por todas, que... ¡ah... llegaste!, ¿Que llegué?, ¡Que menos
mal que lo hice porque sino me quedo sin comer!, que no seas mentiroso que
nunca te quedaste sin comer, ¿qué no?, que bueno, que si lo hiciste fue porque
quisiste... ¡que andá a la mierda, querés!, ¡Dame ese tenedor que es mío!, que
tomá, metételo en el culo, viven para
comer y pelear, que que... ¿no comes ahora?, y él les dice que mejor toma
mate, y piensa, ¡seguro que está pensando!, pensar
que con esta agüita se mantienen los genios en este país, ¡ay Argentina, quién
me mandó a ser escritor en este bendito país!, que está bien, hace lo que quieras, no, si voy a hacer lo que vos, que
¡che!, (exclamación lógica), alguien lleno de más el plato y la consiguiente
recriminación de otro se vuelve general, que si deje un montón en la fuente,
que pero no te das cuenta que falta venir... (sultana ) todavía, que ¡claro,
y... (menganito) que todavía está afuera, (ahora el sector opuesto a la
reyerta), que el que sabe que está la comida y no viene, que se joda, que se
joda, claro, muy fácil, (la abuela, quién sino), que porque no comen en paz,
que váyanse a... (y claro, plato arrojado al centro de la mesa, que termina por
desparramar el estofado sobre la mesa), ¿que
cuernos hago yo acá?, la mierda... (portazo y un segundo de silencio), glu
glu glu... ¡tragá algo!, y... está pensando
otra vez, ¡seguro!, no piensan por un
segundo lo que pasa en el país con tantos pibes que se mueren de hambre, no,
engullen nomás y camorrean un poco, no se como pueden comer esa devoción, con
las cosas que están pasando, sin embargo, ahora sus ojos ya no advierten la
escena fatal que se desarrolla frente a él, (fatal, ¿son los tangos o su
vida?), que alcanzame el pan, que no tires maleducada, (adivinen quién), y es
que él ya reconoce esta escena, por eso la suprime, es siempre la misma,
repetida hasta el hartazgo, y piensa, seguro que está pensando, (¡sí,
adivinaron!, ¡la abuela!), que... vistes que el vecino... ¡que callate!, que
ese hijo de p... que ¿por qué hijo de p...?, que ya lo estás defendiendo,
que... pero que te metes en la vida de los demás, que clarooo... me olvidé que
vos no hablas con chusmas, (sí, la abuela, veo que van entendiendo), están todos locos, todos locos, piensa,
seguro, y se pone de pie ahora sin mirar lo que pasa a su alrededor, y es que
lo han aburrido, igual que a mí, bueno, estos aburren a cualquiera, hasta el
más mentado, toma un pedazo de carne de la fuente y sale hacia el patio, bueno,
que se vayan al diablo ahora, que me está llamando desde allá, piensa mucho,
tal vez es malo pensar tanto en un lugar como este, pero el no es malo, es
macanudo, y siempre se acuerda de mí, y además, detesta como yo a esta jauría
de perros, ¿y como para no hacerlo!, ahora me está arrojando la carne, con él,
señor, ser un gato tiene sus privilegios, ¡gracias che!, así es como a mí me
gusta la carne, sin grasa...
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